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Un seminarista en el
barrio de Regiones

Jesús Manuel nos cuenta cómo ha sido su

experiencia en torno a la procesión de

Nuestra Señora del Rosario “Porta Coeli”

en el barrio de Regiones de Almería.

Todo empezó hace un año, cuando el rector del seminario de Almería, don Ramón Carlos, me comunicó que mi destino pastoral eran dos parroquias de la capital, la parroquia de San Luis y la de San Isidro, del barrio de Regiones. Cuando nos tocaba bajar a Almería, yo pasaba los viernes en la parroquia de San Isidro, con su párroco, don Antonio, sobre todo visitando a una mujer mayor, que no podía acercarse a la parroquia, y estaba siendo cuidada por su hija. El resto del fin de semana me acercaba a la parroquia de San Luis, en la que ayudaba a don Ramón Bogas, su párroco, y visitaba a los Scouts Católicos y al grupo de la Renovación Carismática.


Anteriormente, ya había escuchado que en la parroquia de Regiones había surgido un grupo de oración en torno a María. Cuando llegaba a la parroquia de San Isidro, después de visitar a aquella mujer mayor, allí estaba la imagen de la Virgen del Rosario, "Porta Coeli" (Puerta del Cielo), en su pequeña capilla, al lado de la puerta principal. Una imagen muy bella de María, que sostiene entre sus manos un rosario, y está arropando a su hijo, que duerme con gran confianza en los brazos de su madre. 

 

Uno de aquellos viernes que estaba por la parroquia, al terminar la misa de la tarde, me sorprendió que el párroco, don Antonio, junto con algunas feligresas, estaban organizando algunas cosas para el día siguiente. Le pregunté qué estaban haciendo, y me contestó que estaban preparando la sabatina, la oración que cada cierto tiempo tenía lugar en la parroquia para rezar a la Virgen del Rosario. Don Antonio me invitó a que, si quería, me acercase al día siguiente para poder unirme a la oración. Me pareció una idea muy buena, y acepté al momento. 

 

Al día siguiente, a las ocho de la mañana, me acerqué a la iglesia de Regiones. Y pude admirar todo el ritual en el que consistía la sabatina. Para entrar a la Iglesia, sólo se podía acceder a través de la pequeña capilla de la Virgen del Rosario. La oración comenzó, cómo no, con el rezo del rosario, ese conjunto de Avemarías que, como rosas, se van entregando una tras otra a María. Después del rosario, un breve espacio de silencio y meditación, de encuentro personal con ella y con su hijo. En la sabatina tampoco podía faltar la Eucaristía, en la que se repartieron las peticiones que se fueron depositando en el buzón que tiene la Virgen en su capilla a lo largo de todo el mes.

"Este acontecimiento ha marcado la relación que tenía con la Madre de Dios, cuando en aquella noche veía a todas esas personas mirar a María a su paso por las calles de Regiones"

Disfruté mucho de aquel momento de oración. Don Antonio me comentó también que en este año 2023, el día 7 de octubre caía en sábado, condición necesaria para que la Virgen del Rosario saliera en procesión por las calles de su barrio. Aquello me ilusionó bastante. Pasaron los meses, y comenzó el nuevo curso. Mi rector, don Ramón Carlos, me confirmó que podría estar presente en este día, junto con uno de mis compañeros del seminario, Raúl, para poder echar una mano y acompañar a la parroquia.

 

La jornada comenzó con la misa presidida por nuestro obispo, don Antonio Gómez Cantero, a las doce del mediodía, en la que explicó a los fieles el humilde origen del rosario, que acompaña la vida de la Iglesia desde el siglo IX aproximadamente. Y, por la noche, llegó el tan esperado momento. A las nueve de la noche, los serenos tocaron a la puerta de la Iglesia de San Isidro, anunciando que venían a buscar a la Virgen. El cortejo fue poco a poco saliendo y formando la procesión, hasta que le llegó el turno a ella. Las campanas que hacían sonar los serenos me estremecieron, y me hicieron recordar que la Madre iba a salir por fin. Todo lo que pasó después fue un deleite para los sentidos. Durante la procesión, una capilla musical junto a una soprano acompañaban a la Madre, poniendo sonido al recorrido. Lo único que yo podía hacer mientras me quedaba observando a la Virgen en la procesión era rezarle el rosario como pocas veces lo había rezado, fijándome en los detalles de su imagen, en su mirada y en su hijo que dormía. Las fachadas de las casas por las que pasaba la Virgen estaban adornadas con numerosas velas, que nos recordaban que la Virgen del Rosario quería llenar de luz el barrio de Regiones. 

 

Fue una noche preciosa, que se ha quedado impresa fuertemente en mi memoria. Puedo decir que este acontecimiento ha marcado la relación que tenía con la Madre de Dios, cuando en aquella noche veía a todas esas personas mirar a María a su paso por las calles de Regiones, dentro del silencio acompañado por las piezas que la capilla musical tocaba, a la luz de las velas. En aquella noche, María mostró que es madre. María mostró que no abandona a sus hijos en medio del peligro y del sufrimiento, sino que se muestra atenta y cercana en todos los momentos de nuestra vida.

 

Desde aquel día, en el banco de la capilla del seminario donde me siento, tengo a mano la estampa de la Virgen del Rosario de Regiones, y la contemplo mientras rezamos el rosario que da comienzo a las tardes en el seminario de Murcia. Y espero con muchas ganas el momento en el que pueda volver a rezarle a ella en la pequeña capilla de la Iglesia de San Isidro, desde donde vela por Almería y por su barrio de Regiones. Con la mirada puesta también en el 2028, año en el que, si Dios quiere, volverá a salir por las calles para llenar de luz nuestros corazones, tan necesitados de ella. 

 

Jesús Manuel Rodes Cano

Seminarista

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