Pablo Morales
Pablo nos cuenta cómo ha sido su experiencia vocacional, y su inicio en el curso propedéutico
“Que no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc 22, 42). El Señor le decía estas palabras a su Padre en el momento de la agonía en Getsemaní, en el monte de los olivos, y así quiero yo empezar mi testimonio vocacional, en primer lugar dándole gracias a Dios por darme el don de la fe y por llamarme a seguirle en el camino al sacerdocio, para servirle a Él y a la Iglesia.
Mi nombre es Pablo Morales Villanueva, tengo 23 años y estoy cursando el año propedéutico, un nuevo curso que se inicia este año y que es principalmente para discernir la vocación a la que el Señor te está llamando, iniciarse en los estudios y orar a Jesucristo, aumentar nuestra fe, espiritualidad y vida, antes de enfrentarse a los años de estudios de filosofía y teología.
Me he criado en una familia cristiana, practicante y cofrade, donde me han enseñado a amar y a seguir a Jesucristo y a su Santísima Madre, la Virgen María.
Mis padres me han educado en un colegio católico, la Divina Infantita, donde me enseñaron a rezar, a querer a Jesús y su Madre, en la advocación de la Inmaculada Niña, la Virgen Niña; fui creciendo y empecé a ir a misa cada domingo. Después de la comunión ya empecé a participar como monaguillo. He de decir que desde pequeño ya sentía curiosidad por la figura del sacerdote y pensaba yo para mí: “¿Y si algún día soy yo el que está dando la misa?”, pero la adolescencia llegó, y como cualquier joven, nos apartamos de todo, no queremos saber nada, solo de lo que nos gusta, salir con amigos… pero yo por dentro sabía que el Señor no se apartaba de mí.
Con el tiempo me empecé a dar cuenta de que Jesús era lo más grande, que necesitaba de Él para mi felicidad, paz, tranquilidad, adjetivos que solo con Él sentía. Volví a ir a misa diaria, a rezar ante el sagrario, acolitar en la eucaristía, ir a la adoración del Santísimo.
"El Señor empezó a poner en mi camino sacerdotes, religiosas, monjas, laicos… que empezaron a hacerme sentir que Cristo quería algo más de mí, y yo no sabía lo que era"
Comencé a estudiar diseño de moda, lo que pensaba que iba ser mi camino profesional, pero el Señor me hacía sentir más lleno que lo que estaba estudiando. El Señor empezó a poner en mi camino sacerdotes, religiosas, monjas, laicos… que empezaron a hacerme sentir que Cristo quería algo más de mí, y yo no sabía lo que era.
Un día tuve un encuentro personal con Cristo, era el Corpus Christi del año 2022. Contemplándolo en el Santísimo Sacramento en el momento de la bendición, sentí claro lo que el Señor quería de mí y era que diera mi vida a él y a la Iglesia por medio del ministerio sacerdotal. Fue un momento en el que solo estábamos él y yo, aunque había cientos de personas alrededor, él me hizo sentir que estábamos solos.
Doy gracias a Dios por este don que me ha regalado, la vocación, que no es mía sino suya, yo me entrego a él y a la Santa Madre Iglesia. Agradezco a Dios que me haya dado el don de la fe, que he recibido de mi familia, amigos, sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos que desde pequeño tanto me han preguntado “¿No quieres ser cura?”, el Señor sabía cuándo tenía que ser el momento para llamarme a seguirle. Y aunque ha sido un camino duro, un camino de preparación, de dudas, de miedos, de pros y contras, me siento feliz de haberle dicho un sí rotundo a Jesucristo.
Él sabe el momento y la hora para llamarnos y cogernos de la mano y guiarnos por el camino que él quiere para nosotros.
Pido Dios que me proteja, bendiga y acoja siempre en su infinita misericordia y la gloriosa intercesión de su Santísima Virgen Maria, Madre de la Divina Providencia y Madre de la Esperanza, al glorioso patriarca San José y a Santa Teresa de Jesús para poder sentir en mi vida su protección. Y al mismo tiempo pido al Espíritu Santo que me ilumine y guíe este camino que comienzo en el seminario para que pueda llenarme de la sabiduría de Cristo y en un futuro llegar a ser un santo sacerdote.